Ser donde sea que estés plantada:

Hoy vengo a acercarles algo que me estuvo dando vueltas este último tiempo. Casi sin ninguna explicación, me llegó a la mente la frase tan conocida “Florece donde sea que estés plantada”. 
A simple vista suena muy bella, pero a mí la verdad me viene haciendo algo de ruido… 
Suena algo así como media imperativa y que no importa donde ni como ni con quien estés, florece, brilla. Mucho peso, le siento mucha exigencia no?
De tanto darle vuelta y tanto pensarla, le hice mi propia interpretación:

En una sociedad empedernida en florecer, simplemente SER:

¡Cuánta insistencia en florecer! Siento que la sociedad hoy en día premia mucho el logro y el mostrar lo bello, pero poco se preocupa de los procesos, poco le importa acerca de los distintos ritmos que pueden llevar las personas en su día a día o incluso año tras año hasta lograr florecer en su vida, en sus proyectos o materializar una idea. 
 
Hace ya algunas semanas que sabía que quería hablar de este tema para esta edición y fui tomando algunas notas, dejando que decantara y estando atenta a lo que iba emergiendo. En ese proceso me fui encontrando con muchas sincronías y reflexiones. 
La semana pasada estaba justo en mi clase de yoga, en la que mi profe siempre nos regala sus reflexiones y crea las prácticas alrededor de ellas, nos contaba que la cigarra demora unos 15 años bajo tierra nutriéndose de las savias de los árboles y ocupándose de crecer lo suficiente para luego salir a la luz siendo una cigarra madura y cantar bien fuerte. ¿Qué locura no? 15 años para esta sociedad frenética parece una eternidad. 
Así como la cigarra, las plantas y toda la naturaleza, nosotros también tenemos nuestros tiempos. 

No se puede florecer todo el tiempo, ni en todo momento:

Tanto las plantas como los seres humanos no pueden acelerar procesos biológicos. Como siempre digo, somos parte de la naturaleza y por ende tenemos más cosas en común de lo que posiblemente imaginemos. 

Quizás tengamos que dejar de esperar y de anhelar estar flor constantemente y aprender a observar y permanecer en otras partes del proceso aunque a simple vista nada pareciera estar sucediendo. Hay mucha belleza y sabiduría en el proceso de crecimiento si nos permitimos verlo y habitarlo. 

El ciclo completo y perfecto de las plantas:

Si nos ponemos a pensar en el ciclo completo de una planta es increíble: como sabemos todo empieza con una semilla ínfima en donde se encuentra todo el potencial de lo que se convertirá. Ni ella sabe que será, si una flor o un árbol o arbusto. Luego se abre paso entre las piedras y en medio de la oscuridad, brota. 
De a poco y gracias a los nutrientes del suelo, de la lluvia o de quien la riegue va creciendo lentamente. Sale una hojita y otra y otra. 
Se sigue nutriendo del sol y la luna. Sigue creciendo y su tallo se va haciendo más fuerte. 
Pasan vientos, tormentas y algún que otro insecto que se alimenta de ella: gusanos, hormigas o langostas. 
Hasta que un día decide florecer… Salen 1, 2, 10, muchísimas flores. De ellas se alimentan mariposas y abejas. Son felices por el polen y gracias a ellas pueden polinizarse. 
¡Días después las flores comienzan a marchitarse y pop! Sus pétalos se van cayendo, se van desintegrando en el suelo que sirven a la vez de abono para su suelo. Mientras tanto lo que era flor se transformó en fruto que sirve de alimento para los pajaritos que están por ahí. Luego caen varias semillas del fruto y la planta se sigue reproduciendo y así podría seguir horas escribiendo sobre el ciclo de las plantas. 

Lo curioso de este proceso siempre me pareció que la etapa que menos dura es la floración. Creería que estamos de acuerdo en que la flor probablemente sea la máxima expresión de la planta y una fase tan clave como hermosa de la planta. Pero sin duda también es la más corta. 
Tanto la floración como todo el resto de las etapas, son claves y necesarias para el crecimiento y desarrollo de la planta. 
Todos los procesos que experimenta una planta son esenciales para su desarrollo y existencia como planta.

Respetar y escuchar nuestros propios ciclos:

Siempre intento crear hasta analogías para llevarlas a mi vida creativa y pensar de qué manera puedo crecer de una manera un poco más orgánica y no tan forzada o exigida. Por eso me gusta, cada tanto, pensar a mis procesos y proyectos como alguna de estas facetas de las plantas. 

Algunas preguntas que me ayudan son: este proyecto, idea, proceso personal o lo que sea que estemos atravesando: ¿En qué etapa está? ¿Cómo me siento en esta etapa? ¿Le estoy exigiendo cosas que no se condicen con ese momento? ¿Estoy acelerando momentos y procesos? 

Algunas características para reconocer cada momento:

🌱 Semilla: momento de gestación, de introspección, creación de ideas o también puede ser un momento de confusión mental o emocional. Donde nada es seguro, todo es posible. 

🌱 Brote: Algo empieza a materializarse. Lo que antes estaba en la oscuridad y bajo tierra ya comienza a ver la luz. Esta etapa trae un poco de claridad en el proceso. 

🌱 Crecimiento: Lo que antes era un brote débil, ahora ya comienza a tomar forma. Ya hay un tallo más firme y una estructura que la sostiene. Hay posibilidad de un crecimiento más firme si nos lo permitimos. ¿Cómo nos estamos nutriendo? A veces también es necesario podar para crecer más y con más foco.  

🌱 Florecer: Momento de exteriorizar esa idea o esa conversación necesaria. Momento de disfrutar esta etapa de expansión y de salir al encuentro.  A brillar mi amor.

🌱 Fruto: Momento de disfrutar y de celebrar la cosecha después de todo nuestro esfuerzo y crecimiento. ¿En que quisiéramos que se conviertan nuestras próximas semillas?

Estas preguntas y breves descripciones son una invitación a pensar de otra manera si así lo sienten y quizás podría darles una nueva perspectiva. 
A mí personalmente me ayuda a no pedirle de más al momento en el que estoy y no exigirme. Porque si a una planta no se le puede acelerar ni forzar la floración, entonces [yo creo] que nosotros tampoco deberíamos hacerlo con nosotros mismos. 

Este recurso también me ayudó muchas veces a verme desde afuera y observar que necesito y cómo podría ayudarme en ese momento en el que estoy. Un poco ser jardinera de mi propio jardín (retomando algunos conceptos del primer envío del newsletter)

Siento que el otoño nos ayuda y nos invita a ponernos en modo reflexión, a ir hacia adentro y observar también que podríamos deshojar y liberar para pasar el resto de los meses no tan pesados. Después de todo, nos estamos preparando para reverdecer todavía con más fuerza cuando pase el invierno.

Espero que les haya agradado y les haya aportado algo positivo. Si resonaron o si tienen algún comentario me encantaría que me lo hagas saber. También si tienen alguna pregunta o idea para futuras ediciones son más que bienvenidas.

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